El 11 de febrero es el día de la niña y la mujer en la ciencia, esto, para fomentar uno de los objetivos de desarrollo de la ONU: la igualdad de género. Aunque hay mucho que hacer al respecto, fomentar la inserción de las mujeres en un área que suele estar definido como un campo de hombres sirve para cerrar brechas.
Las mujeres suelen ocupar la atención de los medios con regularidad especialmente en dos ocasiones: cuando son asesinadas y suman un número más en las estadísticas, o cuando existe un escándalo en su vida personal, muchas veces relacionado con su sexualidad. Como ejercicio solo basta abrir un periódico para ver cuantas noticias se escriben sobre mujeres y bajo cuál enfoque, en contraste con las noticias sobre hombres.
El androcentrismo convierte muchas veces el lugar de la mujer en un campo de ámbito privado, ¿cuántas veces escuchamos que el lugar de las mujeres es en la de la atención al hombre? por eso ahora existe un movimiento cada vez más grande que disputa la normalización de los estereotipos. Hay intentos legales que pretenden equilibrar las desigualdades, sin embargo, estas se enfocan más en las consecuencias y no tanto en las causas: La Ley de Lucha Contra el Racismo y Toda Forma de Discriminación, la Ley Contra el Acoso y Violencia Política, la Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia, el Código de la Niña, Niño y Adolescente y el Código de las Familias. Aun así es común escuchar tanto a autoridades como a cualquier persona hablar de manera peyorativa sobre las mujeres.
Pero cada generación nueva trae consigo un cambio por el cual otras generaciones anteriores lucharon y está ahora en manos de la juventud poder terminar de abrir esos caminos a medio andar.
La juventud boliviana haciendo el camino
Pamela Gonzales (25), Alina Santander (20) y Fabiola Acarapi (21) son jóvenes bolivianas que decidieron aportar en la lucha por cerrar esta brecha digital. Cada una con una historia diferente, pero con similar motivación y con ganas de ayudar a que más mujeres sean parte del mundo de la ciencia.
Pamela Gonzalez es una joven paceña que pasó muchos años de su vida en Santa Cruz, está a cargo de Bolivia Tech Hub un emprendimiento colaborativo que impulsa concursos de aplicaciones móviles que resuelvan algún problema social. Ayudó a una familia a ganar a un concurso de Technovation families que consiste en crear proyectos con inteligencia artificial, el proyecto desarrollado proponía una solución a la limpieza del lago Titicaca.
Como además había trabajado con niñas que vivían cerca del lago, pudo entender mejor la vida en el área rural y como la tecnología, sirve para subir escalones que ayudan a poder acceder a mejores oportunidades.
Para ella, su mayor logro es pertenecer a la Asociación de Maquinaria Informática (ACM por sus siglas en inglés) que funciona como un sindicato de las personas que trabajan en tecnología. El año pasado fue la primera vez que pudieron incluir a dos personas de Latinoamérica, sus pares tienen perfiles muy competitivos, pero esto no la intimida.
Desde hace tres años se dedica más a su propio emprendimiento Jukumari Advice. Consiste en un portal que promueve el turismo, inicialmente comunitario, pero con el tiempo va mutando. Este proyecto surge de la necesidad de visibilizar a los pequeños operadores de las áreas rurales en tierras altas, quienes suelen tener menor acceso a las telecomunicaciones por las propias características geográficas. La idea es poder conectar experiencias responsables con turistas que desean un viaje de una manera autentica, lo que también significa contribuir a la economía local.
Sin internet muchas posibilidades de venta se pierden, por eso quiere crecer en esta área por todo el potencial offline que existe.
Los acontecimientos en el espacio siempre fueron parte de la vida de Alina, su madre le inculcó esta curiosidad de pequeña, así que procuró llevar sus actividades hacia el lado de la astronomía. Oficialmente empezó en este mundo cuando a los 13 años gana una medalla de oro en las olimpiadas plurinacionales. También sumó que lo autodidacta va con ella y tiene la capacidad de autoeducarse.
Fue en 2015 cuando por primera vez participó en el campamento de verano espacial de la NASA para construir vehículos lunares en el que se tenía que combinar ciencia con deporte. Como le gustó decidió postular para ser piloto y es así como se introdujo en la tecnología aeroespacial. Fue la primera boliviana en participar de estos campamentos y este año será su quinta participación. Llegó a ganar dos años en diferentes categorías.
“Fuimos el inicio de una generación de estudiantes que buscan más allá de lo que se ofrece”
Si bien ya en Bolivia es difícil obtener oportunidades, el no tener un camino claro fue lo más complicado porque no es como en algunos países en los que se decide estudiar física y se puede pensar en opciones laborales claras, la falta de apoyo a los científicos, la falta de acceso a becas y el no desarrollar tecnología propia hace que exista una fuga de cerebros.
“Si se incentiva a la comunidad científica se puede construir tecnologías propias del país en vez de traer algo de otro lugar para adaptarlo”
Explica convencida de que el problema no es tanto la educación, pues ahora estudia ingeniería mecatrónica en Estados Unidos y puede ver similitudes con los estudios en física que hacía en la UMSA. “Si vas a intentar 100 veces intenta 101, porque no sabes cuándo va a ser tu oportunidad” añade, y explica que es importante rodearse de gente que sepa más que una ya que así se puede aprender, y que cuando se falla en algo es una oportunidad para aprender algo más.
Por su parte, Fabiola es la primera generación de su familia en ir a la universidad, cuando ingresó a la carrera de informática en su curso había 30 personas de las cuales 6 eran chicas, hoy se encuentra realizando su tesis y en su curso son 20 y solo dos son mujeres. La vida transcurría de manera muy regular, sus aspiraciones eran tener una profesión y aportar a su familia, fue hasta que por ayudar a sus amigos que no podían aprender aymara desarrolló una aplicación tipo diccionario, con ayuda de su tío y abuelo grabó sus voces para la pronunciación y subió a la playstore su “aprende aymara”. Estaba muy emocionada cuando llegó a las 100 descargas.
Gracias a la visibilidad que tuvo la aplicación se hizo famosa y llegó a las 16 mil descargas en dos años, hoy está fuera de la playstore porque no tiene tiempo para mantenerla, además que nunca lo pensó como un modelo de negocio sino más bien como algo social. Piensa retomarlo cuando termine su tesis, con mejoras y con la participación de docentes y un equipo técnico. Pero ella no pierde el tiempo. Ahora es parte de un equipo de Amnistia Internacional que propone una estrategia para la juventud, su área es la tecnología con la mirada de las mujeres en la zona andina de Suramérica
Obtuvo varias becas, fue reconocida por la AGETIC como “Mujeres que construyen la Bolivia Digital”, fue a México a un foro sobre los objetivos de desarrollo sostenible, participó de charlas en UNICEF sobre igualdad de género en tecnología como un rol modelo, fue a USA a estudiar sobre el enfoque y participación de mujeres en la ciencia, Amnistía la llevará a Inglaterra a trabajar en un equipo internacional multidisciplinario.
“Yo nunca me hubiese imaginado salir del país, estudiar o conocer tantas culturas, pude demostrar que soy una buena apuesta para que se invierta dinero en mi”
Ahora sus aspiraciones son salir del país, hacer una maestría, profesionalizarse, trabajar en data science, viajar.
Ella vio como muchas chicas ni siquiera intentaban entrar a una carrera en ciencia por que la idea de que es muy difícil y es para hombres predominaban “yo no tuve a nadie quien me guíe, pero sí tuve el apoyo de mi familia gracias a su trabajo y esfuerzo” y es que viene de una familia de agricultores, mineros, comerciantes, su padre llegó a ser profesor de matemáticas y la motivaron a seguir esta área pues la visión de que la tecnología era el futuro la alentaron.
Las tres jóvenes concuerdan en que, como todo, se necesita sacrificio. “quizá alguna vez tengas que dejar de salir o hacer algo que te gusta porque tienes que estudiar, está bien enfocarse en una misma” dice Alina, quien además del mundo aeroespacial quiere involucrarse en el mundo de la ecología y buscar formas que ayuden a su preservación.
“Yo quisiera que el PIB crezca no solo exportando materia prima, si no quiero que exporte conocimiento proyectos de ciencia, investigaciones, todo con base en la educación y así ya no vamos a necesitar talar nuestros bosques o sacar petróleo”
Manifiesta Fabiola consciente de que la visión de desarrollo en el país tiene que cambiar.
“La tecnología es un arma que nos ayuda a saltar, es una manera masiva en llegar a mucha gente”
Concluye Pamela. Si las personas no saben como utilizar de manera adecuada la tecnología no pueden acceder a las oportunidades que hay en ella. Ahora existen clubes de ciencia, cursos de robótica, las mismas olimpiadas plurinacionales se convierten en una plataforma para introducirse en este mundo
Además de lo meramente tecnológico las chicas hacen voluntariados, crean start ups, hacen colectas de dinero, y utilizan las redes sociales para compartir becas, conocimiento, cursos y cualquier cosa que pueda inspirar a que más mujeres se introduzcan en el mundo de las ciencias y así acortar la brecha digital desde ese lugar más académico para que los sueños de ser mejores no se vean tan lejanos.
Pueden visitar la página en Facebook de Bolivia al Espacio para informarse sobre oportunidades en el ámbito espacial.
Andrea Monasterios / Periodista