Oxfam presenta los resultados de la investigación Pueblos indígenas como actores protagónicos en la gestión de riesgos y la construcción de resiliencia frente a los impactos del cambio climático.
En dicho trabajo se puede ver como cuatro comunidades indígenas de América Latina protagoniza la gestión de riesgos, así como en la construcción de resiliencia, incluyendo el enfoque del Liderazgo Humanitario Local, la búsqueda de la justicia climática con equidad de género. Para esto se profundizan 4 casos de estudio, basados en la recolección de información sobre las respuestas de las comunidades indígenas frente a la situación de emergencia climática y humanitaria.
En las comunidades Maya Ch’orti’ en Guatemala se conservan prácticas espirituales relacionadas con el ciclo agrícola del calendario solar Ch’olq’ij, a pesar de la alta movilidad por razones económicas de la población en las comunidades y el entorno con tal degradación ambiental por la deforestación de larga data. Además, las comunidades Ch’orti’ conservan las técnicas de cuidado del sistema de alimentación de la milpa, con sus variedades autóctonas de maíz, y sobre todo con el cultivo de variedades de frijol resistente a las condiciones de sequía, conocidos tradicionalmente por las mujeres, siempre encargadas de la alimentación de sus familias.


Las comunidades de los 16 municipios Zapotecas en los Valles Centrales de Oaxaca, México, se han reencontrado con las ceremonias de sus abuelas y abuelos en el proceso de conformación de la COPUDA, lo cual ha reforzado la confianza en los conocimientos ancestrales para la construcción de los pozos noria, que han permitido el restablecimiento del ciclo del agua. Estas recuperaciones tecnológicas tradicionales, en complemento con técnicas hidráulicas modernas han permitido a las comunidades zapotecas volver a llenar poco a poco lagunas y ciénegas antes desecadas por autoridades federales mexicanas, y con ello facilitar la producción agrícola, que es históricamente la principal actividad económica de las comunidades.
El pueblo Wayúu en su territorio en La Guajira, Colombia, ha mantenido una compleja red de interacciones cosmológicas con sus ancestros y ancestras, a su vez vinculados con la madre tierra, y con los espíritus principales del fuego, de las aguas y especialmente del viento. Esto ha fortalecido a las defensoras y defensores wayúu en su proceso organizativo como Fuerza de Mujeres Wayúu para hacer frente a las amenazas, las agresiones, estigmatizaciones y criminalización de las empresas extractivas, especialmente de la empresa minera.


Por su parte, las comunidades Chiquitanas al oriente de Bolivia, han conservado prácticas de preparación de la tierra para la siembra de sus cultivos básicos como la yuca, el plátano y el maíz. Esto a través de la preparación del chaco o área de cultivo, con el uso controlado del fuego para la limpieza de las malezas en la tierra, a través de una dinámica de trabajo colectivo para cada chaco individual en cada comunidad. Además, los chiquitanos realizan esta quema con el permiso de sus espíritus más importantes, y en diálogo con el fuego en su idioma.
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