Por. Darío Andrés Zaratti Chevarría
Como ciudadano, me siento desconcertado por la decisión del Gobierno Central de eliminar el Ministerio de Culturas y Turismo, y fusionarlo bajo la dependencia al Ministerio de Educación, bajo el argumento errado de que esta medida permitirá contar con mayores recursos para combatir la pandemia y reactivar la economía del país y que no afectará al sector.
Esta decisión evidencia un desconocimiento profundo, una falta de compresión y una subestimación del sector cultural, de su importancia, luchas, extensión, potencialidad y aporte a la sociedad, aparentemente reduciéndolo a una simple dimensión de espectáculo y recreación, y no entendiéndolo como un factor de transformación, inclusión social, integración, de identidad, desarrollo económico y mejora de calidad de vida de los y las ciudadanas. Las Culturas son nuestro ajayu, y sus expresiones el alimento fundamental para nuestro ser individual y colectivo, para de esta manera darle a nuestro destino histórico un rostro propio.
Además, este desatino puede llevar a entenderse como una insensibilidad sobre la situación crítica que está atravesando el sector debido a la cancelación de los espectáculos y actividades culturales, a raíz de las medidas de salubridad desde el mes marzo (a lo que se suma lo crisis político-social vivida en el último trimestre del año pasado que repercutió contra su normal desarrollo), falta de visión sobre la suerte de uno de los últimos sectores que podrán volver a la normalidad en esta coyuntura, y una falta de reconocimiento del rol crucial que éste ha jugado y la actitud solidaria que han demostrado los trabajadores y trabajadores de las culturas, que a pesar de su situación adversa, han generado diariamente un soporte a la población con distintas actividades virtuales para que la comunidad pueda sobrellevar la cuarentena.
Pareciera que se está remando contra la corriente, generando la peligrosa posibilidad de producir retrocesos a las conquistas obtenidas por el sector y perder una oportunidad de darle a la temática cultural la atención y el rol que ésta merece en beneficio de toda la sociedad.
Contrariamente, distintos organismos internacionales como la Organización de Estados Iberoamericanos, Mercosur, CGLU- Ciudades y Gobiernos Locales Unidos y la propia Organización Mundial de la Salud, de los que forma parte Bolivia, han publicado pronunciamientos e investigaciones sobre la importancia del sector cultural para el desarrollo de nuestras sociedades y para afrontar los retos que como planeta debemos afrontar a raíz de la pandemia.
Asimismo, distintos gobiernos nacionales y locales han estado planteando la implementación de normativa, planes, programas y fondos orientados a la reactivación y potenciamiento del ámbito cultural e incorporarlo en tareas más integrales, conscientes de que constituyen una inversión imprescindible que coadyuvará a reactivar sus economías y afrontar gran parte de los problemas que se enfrentan.
Instancias como el BID han señalado esta prioridad hace años y países como Colombia lo han demostrado ratificando su rol fundamental en la económica y su capacidad de generar recursos y desarrollo económico, como por ejemplo a partir de las industrias creativas y culturales.
Estoy convencido del rol fundamental que juega lo cultural para lograr un verdadero desarrollo sostenible, que el tener un Ministerio de Culturas no ha sido una concesión de un gobierno de turno, sino el logro de una lucha de muchas décadas de un sector vigoroso, dinámico y proactivo, y que las culturas no son un gasto sino una inversión fundamental que favorece a toda la sociedad en distintos planos (económico, social, educativo, ambiental, urbanístico y de salud).
Por ende, si bien se puede estar de acuerdo que hasta al momento este Ministerio no cumplió a cabalidad el rol por la que fue creado y no logró atender adecuadamente a las necesidades del sector, no constituye ningún argumento válido para eliminarlo, porque si no muchos ministerios en la actualidad deberían correr con la misma suerte. El fusionarlo y reducir su presupuesto no permitirá contar con más recursos, ya que el porcentaje que representa para el Presupuesto Nacional es ínfimo (más bien se está promoviendo su incremento) y ya se tiene la experiencia que al depender de otro Ministerio se genera un abandono e invisibilización de las responsabilidades y obligaciones que tiene el Estado para atender al sector cultural.
En lugar de esta desafortunada medida, debiera haberse analizado y corregido los motivos por los que no funciona, que en gran parte pasa por poner gente idónea y entendida en la materia para conducirlo, generar canales constates y directos de coordinación y planificación conjunta con los distintos actores del sector cultural, e imbricar las políticas culturales con el resto de políticas nacionales desde una visión integral, interinstitucional y no sólo sectorial.
Consciente de que urge contar con recursos para salud y reactivar la economía, hubiera sido más adecuado realizar recortes a todo el aparato estatal, de manera proporcional, eliminado proyectos y adquisiciones que no son necesarias en esta coyuntura y re direccionar recursos por ejemplo de obras (que representan un alto porcentaje del presupuesto) que se sabe que por los tiempos administrativos y la situación actual no podrán ser ejecutadas este año.
Considero que este es un momento donde se pone a prueba nuevamente la capacidad creativa, de articulación, y de movilización del sector cultural para mostrar su importancia, cuántos y quiénes son y lo que significan para la sociedad y su desarrollo, para de esta manera hacer entender al gobierno que debe corregirse este error y comenzar a trabajar en serio y rápidamente, bajo una lógica participativa y corresponsable, en coordinación con los tres niveles del estado y la sociedad civil en un plan nacional de fortalecimiento y reactivación del sector cultural que contemple mínimamente:
• La implementación de programas o acciones solidarias a corto plazo para atender las necesidades de sobrevivencia de los trabajadores y trabajadoras de culturas más necesitados
• La reposición del grueso de presupuesto asignado a culturas para esta gestión y a partir de él inyectar recursos, no desde una visión paternalista o asistencialista, sino de reconocimiento justo de la necesidad de contar con servicios y productos artísticos y culturales para garantizar la calidad de vida de los ciudadanos y reactivar el país en esta coyuntura.
• El pago de los pendientes de la gestión 2019 que muchas entidades públicas tienen con actores y gestores culturales.
• Generar espacios de dialogo, discusión, intercambio de experiencias y planificación conjunta conto todo el sector cultural y no por áreas, para analizar medidas y programas para asegurar su reactivación y, sobre todo sostenibilidad.
• Promover distintas iniciativas virtuales y semipresenciales que permitan reactivar las labores del sector durante la cuarentena dinámica, en base a experiencias existentes y cumpliendo protocolos de bioseguridad.
• Promover procesos de capacitación y generar espacios de asistencia técnica al sector para generar competencias que le permitan desenvolverse y generar recursos a partir de plataformas virtuales o acciones semipresenciales.
• Asumir la cultura como herramienta para aportar a la solución de los problemas estructurales que enfrentamos como país, incorporándolo en la implementación de los distintos programas que se están desarrollando para enfrentar la pandemia, recomponer el tejido social y reactivar la economía nacional, a partir de la contratación de distintos servicios culturales.
• Inyectar de manera constante y sostenible recursos al sector a partir de la generación de fondos concursables en los tres niveles (sean nuevos o los ya existentes), con apoyo de la cooperación internacional y el empresariado y promoviendo la generación de créditos blandos por parte del sistema bancario.
• Generar campañas de sensibilización para que la población consuma productos y servicios culturales, sea en formato virtual o presencial, asumiéndolos como un insumo necesario que debe formar parte de nuestra canasta familiar para mejorar nuestra calidad de vida.
• Establecer espacios virtuales para difundir y promover la producción cultural nacional, apoyar y fortalecer los existentes, sean públicos o privados, y en el mediano plazo generar espacios alternativos como Mercados Culturales, ferias de arte y culturas, etc., y promover la creación y mantenimiento de espacios culturales de iniciativa privada.
• Emprender modificaciones a los procesos administrativos vigentes para que se adecúen a las características del sector y así agilizar la contratación y pago de artistas.
• Analizar la posibilidad de exención impositiva y considerar al sector como una actividad económica específica, con sus propias características y beneficios.
• Impulsar la generación de un sistema normativo nacional en pro del desarrollo cultural, a partir de la conclusión de los procesos de elaboración de la ley nacional de promoción de las culturas y las artes, así como de leyes locales de cultura, que varios gobiernos autónomos y actores culturales del país han estado emprendiendo.
Finalmente, expreso mi solidaridad y plena adscripción al sentir de la comunidad artístico cultural, e invito a que como ciudadanos la apoyemos en esta nueva lucha que les toca afrontar, ya que sólo todos juntos lograremos mejores días para todas y todos los bolivianos.
La Paz, 05 de junio de 2020