El Proyecto Editorial Yerba Mala Cartonera, presentó a Luis Paz como el ganador del II Concurso de Cuento “Crispín Portugal” y a José Luis Durán, Isabel Antelo y Jorge León con menciones de honor. Las obras ganadoras son una celebración de la diversidad de voces y perspectivas que enriquecen nuestro panorama local. En esta edición, hemos sido testigos del talento emergente de jóvenes escritores que empiezan a dejar una marca en el mundo literario. A continuación, compartimos las entrevistas realizadas por el equipo de Yerba Mala Cartonera a las/os ganadores/as del II Concurso de cuento “Crispín Portugal”.
LUIS PAZ
¿Cómo fue el proceso de creación y luego de edición de estos cuentos?
Ambos los escribí “de un tirón”, después de días de darle vuelta a los argumentos y sobre todo intentar entender lo que sentía y quería plasmar. Eso no significa que una vez escritos no los haya modificado en varias ocasiones.
Retomar la escritura después de un tiempo siempre ayuda. Además, las observaciones del editor fueron muy útiles para sacarle más jugo a los cuentos.
¿Hay algún tema o estilo literario que sientas que te distingue y que exploraste especialmente en estos cuentos premiados?
Creo que sería muy pronto para hablar de un estilo personal definido. En ambos cuentos coincide una exploración de los momentos críticos para mis personajes. Sufren el peso de sus decisiones y su pasado. También el consumo juega un rol en sus caídas.
¿Tuviste un ritual a la hora de escribir estos cuentos?
No tengo un ritual específico. Sé que mis picos de productividad son durante la noche, entonces escribí ambos cuentos tarde, en silencio, y con un par de pausas para fumar.
¿Cómo se relacionan estos cuentos con tus trabajos anteriores? ¿hay una conexión entre ellos o ninguna?
Revisando textos anteriores podría decir que no hay ninguna conexión directa, pero es inevitable que al escribir siempre se cuele algo nuestro y eso es lo que siempre los va a emparentar.
¿Qué haces cuando no escribes?
Últimamente, cuando no escribo, escribo. Con mi incursión al periodismo he estado escribiendo mucho más que antes. Eso sí, de una forma mucho más seca e informativa. Aparte, me encanta escuchar música e ir al cine siempre que puedo.
¿Cuál es tu relación con tus personajes? ¿Cómo los desarrollas y les das vida?
La relación puede ser incómoda al inicio. No escribo personajes que simplemente “me gustan” o admiro, eso sería poco interesante. Un personaje polifacético y que se sienta más real, puede señalar algunos rasgos que no toleramos en los demás o en nosotros mismos.
¿Hay algún autor o autora que haya tenido una influencia significativa en tu escritura?
Todo lo que he leído me ha dejado algo. Últimamente estuve leyendo mucho a Bolaño y a Hemingway. Tuve la oportunidad de aprender y compartir con algunos escritores nacionales que han influido mucho en mi: Sebastián Antezana, Giovanna Rivero y Oscar Martínez.
¿Cómo concilias la escritura con otros aspectos de tu vida diaria?
Para mí es imposible dedicarle todo el tiempo que quisiera a la escritura. Entonces me queda negociar conmigo mismo, darme tiempos para “descargarme”. Lo bueno es que la mirada sensible, que puede darnos más adelante una historia, está siempre.
¿Cómo ves al movimiento literario juvenil en Bolivia?
Creo que iniciativas como el Concurso Crispín Portugal, ayudan mucho a jóvenes escritores como yo a difundir nuestro trabajo. La editorial Yerba Mala es de las pocas que ha apostado desde el inicio por incentivar el talento joven.
José Luis Durán
¿Cómo fue el proceso de creación y luego de edición de estos cuentos?
Recuerdo comenzar a escribir ambos cuentos el año 2019, cuando aún vivía en Villa San Antonio y la vida era bastante violenta. Ese tiempo conseguí una bella edición que tenía tres novelas de Willian Hope Hodgson a la que me volví casi adicto, sin pararla de leer ni un segundo y que tendría cierta influencia en los cuentos que escribí esa época. El segundo cuento Así fue el final por acá iba a consistir en el fatalismo que hay en las villas de La Paz y cómo se expresa esto ante el fin del mundo. Lo trabajé bastante. Dando vueltas y vueltas a varios apuntes que escribía. La primera versión tenía alrededor de 25 páginas, describiendo incluso un pequeño viaje del narrador por un edificio olor a pólvora en donde estaba su amada. Al final, el cuento se acortó bastante, no quería perder el miedo por lo apocalíptico y quedó en el resultado final que presenté al concurso Crispín Portugal.
Con El Suceso la historia fue diferente. Comencé a trabajar en el cuento cuando comencé mi vida profesional como periodista de conflictos, y observar la violencia de las movilizaciones del 2019. Con este cuento no tenía la menor idea de cómo empezarlo y finalizarlo, solo tenía muy claro la proposición central: la explosión de una dinamita en la mano. Trabajé bastante en el personaje, apuntando ideas casi surrealistas para exponer en el texto esa confusión de la violencia y que te pase algo trágico, ese momento de negación. A diferencia de “Así fue el final por acá” que lo trabajé cada año, dejé El Suceso en descanso por muy buen tiempo. Lo retomé después de leer todos los cuentos que trabajé por años y elegirlo para el concurso.
¿Hay algún tema o estilo literario que sientas que te distingue y que exploraste especialmente en estos cuentos?
Sí. Como ya se trabajó bastante en la literatura, en ambos quise explorar la negación a la que las personas se sumergen cuando están en medio de una tragedia o, quizá, del fin de todo. Es un miedo, creo yo, indescriptible que solo lo sentiremos cuando llegue el momento. Tratar de explicar ese miedo y la negación era el sentido de esa exploración. Realmente da bastante miedo.
¿Tuviste un ritual a la hora de escribir estos cuentos?
Lo tuve. Uno de ellos es, creo, de los más usados y comunes, que es el entrar en un estado de apertura, investigar y sumergirte en lecturas similares o que creas que trabajen bien lo que tu intentas trabajar y, sin duda, apartarse un tiempo de las personas, para trabajar aún mejor, al detalle. De la misma manera, leer y releer y releer tanto lo que escribes como lo que te soporta al escribirlo. Releer todo.
¿Cómo se relacionan estos cuentos con tus trabajos anteriores?
Con trabajos previos, no hay mucha relación. Quizá algo en lo que intento trabajar siempre al momento de componer algún párrafo o desarrollar un personaje es la incomodidad y la derrota. ¿Se acepta la derrota, se busca venganza, duele perder? En un cuento que publiqué en Chile hace bastante igual pretendía este tópico con el narrador, un personaje que lo pierde todo porque las canchas de fútbol son sintéticas y las oficinas son ruidosas. De igual manera, la presencia permanente de la violencia o el silencio que hay ante la violencia; que es ya un común muy bien trabajado en la literatura universal y que sienta bastante bien a cualquier trama.
¿Qué haces cuando no escribes?
Cuando no escribo, estoy con mis responsabilidades laborales, veo en exceso cine y juego bastantes videojuegos. Lo que nunca cambia es mi rutina de lectura, puedo elegir entre una película o pasarme un videojuego, escribir alguna crítica de una cinta para La Razón, pero necesito leer siempre. Lo que llegue, todo. En ese caso, viendo la proporción de mi tiempo, escribo bastante poco, incluyendo ensayos o monografías en ciencias sociales que en realidad es donde más escribo.
¿Cuál es tu relación con tus personajes? ¿Cómo los desarrollas y les das vida?
Creo que los personajes que trabajo tienen una especie de dejadez, flojera. Flojera de hablar, de responder, de tener algún compromiso. Eso no significa que no tengan vida, hay ejemplos excelentes en la literatura de ello. Pero es importante esa determinación, vida contradictoria a su alrededor y a veces el pacifismo ciego de cada personaje. Sobre todo, la de los dos cuentos que postulé al concurso.
¿Hay algún autor o autora que haya tenido una influencia significativa en tu escritura?
Hay bastantes, pero podría nombrar de forma rápida y directa a Saul Bellow, Iván Bunin, Oscar Cerruto, René Bascopé y Tomás Eloy Martínez. Son mis maestros personales a quienes leo con lujo de detalle y tomando bastante tiempo. También están varios cronistas y periodistas como Caparrós, O’brien o Josep Pla.
¿Cómo concilias la escritura con otros aspectos de tu vida diaria?
Lo relacionó como un trabajo o un oficio. Si bien me falta demasiado, como toda profesión es una búsqueda constante por mejorar y trabajar aún más. Pero igual es un soporte adicional para observar la rutina con los detalles más locos y que la misma realidad podría ser más interesante con esos detalles. Es un ejercicio permanente, de apuntes y giros.
¿Cómo ves al movimiento literario juvenil en Bolivia?
Conozco a bastantes escritores jóvenes ya bien metidos en el medio y con publicaciones que tienen una idea muy clara de lo que quieren proponer y un amplio conocimiento, que crece cada vez más, porque es justamente su oficio. Siento que hay mucho interés por la escritura, y por ello hay mucha movida creativa y hasta vanguardista interesante, con tremendo apoyo como el que da José Manuel Villanueva, de quien admiro su trabajo y las publicaciones que soporta. Pero en cuanto más se vaya consagrando como un oficio más irán apareciendo excelentes escritores jóvenes con una dedicación indetenible.
¿Por qué participaste en el concurso de Yerba Mala?
Tengo muchos escritos que voy trabajando constantemente. Siempre quise postularlos a un concurso y ponerlos a prueba. Además, siempre seguí y compré libros de Yerba Mala, me parece excelente el trabajo que hacen. Cuando vi la convocatoria y el jurado tremendo que armaron, dije que era una muy buena oportunidad para presentar justamente textos que trabajé desde hace bastante. Quedé feliz de haber salido entre los ganadores.
Isabel Antelo
¿Cómo fue el proceso de creación y edición de estos cuentos?
Ambos cuentos tienen historias interesantes. El primero era originalmente una idea para una novela en la que planeaba explorar la degeneración progresiva de un orfanato de niños a medida que diversas plagas bíblicas los atacan sin explicación. Al final edité mis ideas originales hasta convertirlas en un cuento corto, supongo que no tuve el corazón de desarrollar una idea tan cruel más a fondo. El segundo es un cuento que escribí a partir de una vaga idea que me dio un tío muy cercano. Me divertía la idea de que un fantasma acose a una gran familia, pero finalmente resulte siendo parte de ella y se sume a la alegría de una fiesta familiar, como es la navidad. Ninguno de los dos ha tenido demasiada edición, son cuentos impulso, escritos de un solo tirón y corregidos casi en el acto.
¿Hay algún tema o estilo literario que sientas que te distingue y que exploraste especialmente en estos cuentos?
Me atrae mucho el, así llamado, realismo mágico, o formulado de otra manera; las leves interrupciones de la fantasía en las historias. Ambos cuentos juegan con esto pues tienen elementos fantásticos que de algún modo forman la trama y le dan sabor, sin necesidad de ofrecer demasiadas explicaciones al respecto.
¿Tuviste un ritual a la hora de escribir estos cuentos?
El mismo que tengo al escribir cualquier cosa; formulo una idea en la mente que proceso una y otra vez, es decir, la imagino de manera abstracta y la desarrollo más tarde, cuando ya conozco o me he imaginado todas sus partes. Luego escribo, o intento escribir sin parar hasta poder esbozar al menos un primer esqueleto. En este caso ese no fue problema por la extensión de los cuentos.
¿Cómo se relacionan estos cuentos con tus trabajos anteriores?
Siempre me gusta pensar que todo lo que escribo está relacionado. Ahora no puedo pensar en una conexión directa, pero sí he escrito anteriormente historias que juegan con la realidad y la fantasía y le hacen espacio en historias trágicas. Quizás más adelante me gustaría revisitar ambos en futuros escritos.
¿Qué haces cuando no escribes?
Más que nada leer. Soy una lectora muy voraz. Pero también trabajo, tengo esposo, tengo una hija, tengo mascotas. Practico natación, veo películas y tomo siestas.
¿Cuál es tu relación con tus personajes? ¿Cómo los desarrollas y les das vida?
Mis personajes son siempre una pequeña parte mía, por más ínfima que sea. Algunos resultan muy obvios por sus similitudes conmigo, pero otros son más sutiles; a veces actitudes, pequeñas memorias o sensaciones alguna vez experimentadas. Mi proceso para crearlos es a veces muy cruel, porque soy fan de las tragedias y las historias que no terminan en nada. Darles vida es la parte fácil, tengo una imaginación muy activa, por lo general cada personaje que creo tiene un buen trasfondo que yo ya he imaginado, y que a veces ni siquiera se manifiesta en lo escrito.
¿Hay algún autor o autora que haya tenido una influencia significativa en tu escritura?
Hay muchísimos. Principalmente me gustaría sentirme influenciada por grandes cuentistas como Patricio Pron o Liliana Colanzi. También quiero parecerme a Rodrigo Fresán para poder describir sueños como lo hace él o a Philip Roth que es un gigantesco escritor de memorias. A veces igual me siento como una deslavada caricatura de Georges Perec o de Roberto Bolaño, quienes han escrito las mejores novelas que he leído en mi vida. Y así una lista interminable.
¿Cómo concilias la escritura con otros aspectos de tu vida diaria?
Increíblemente mi vida literaria corre muy aparte de mi vida regular que transita entre el trabajo y la vida de familia. Supongo que diría es un espacio solitario y apartado, en el que no me obligo a nada y me doy todas las libertades posibles. Por esas mismas razones me pasa que en muchas oportunidades tengo poco y nada de tiempo para dedicarle a la escritura, por lo que intento que cada vez que pueda entregarme a ella sea con objetivos claros.
¿Cómo ves al movimiento literario juvenil en Bolivia?
Específicamente en Tarija diría que es inexistente, lo que me apena enormemente. Conozco un par de jóvenes aficionados a la literatura y grandes escritores que son fantasmas para la escena nacional y se debe principalmente al poco apoyo municipal y al desinterés de los tarijeños en general. En otras ciudades es diferente la cosa. Pienso que actualmente hay un marcado movimiento juvenil en La Paz, en Santa Cruz, en El Alto. Siempre intento comprarme libros contemporáneos de editoriales bolivianas y nunca dejo de sorprenderme del talento de la nueva ola de escritores juveniles de Bolivia. Pienso que vamos a estar bien, no se muere todavía la literatura, la sostenemos unos cuantos fanáticos.
¿Por qué participaste en el concurso de Yerba Mala?
Sigo a Yerba Mala desde hace algún tiempo, me llamaron siempre la atención sus publicaciones y en general sigo a muchas editoriales y paginas relacionadas con literatura nacional. Había escuchado hablar del concurso también, así que cuando vi las bases me decidí a escribir los dos cuentos que presenté, sin tener demasiadas expectativas. Fue un verdadero gusto saberme entre las menciones honrosas.
Jorge León
¿Cómo fue el proceso de creación y luego de edición de estos cuentos?
Cada cuento tuvo un proceso de creación distinto. En el primer cuento que es La Sinfonía del Puerco fue un sueño que tuve un sábado en la madrugada del año 2021. Desperté todo asustado y sudoroso, me puse de pie y fui directo a la computadora a empezar a escribir todo lo que recordaba del sueño. En un principio el cuento tenía muchos detalles y era bastante extenso, por lo que me vi en la necesidad de acortarlo porque era innecesario algunas partes. Y durante dos años no lo volví a editar o leer el cuento. Hasta que decidí de presentarlo en algún concurso.
En el caso del segundo cuento Perspectiva cinematográfica lo escribí el año 2015. Y en ese año, estaba dando esos pasos curiosos del séptimo arte, en el que independientemente escribía guiones, y algunos llegué a dirigir, producir, editar y proyectar con la ayuda de algunos amigos que se interesaban por el cine, como la RED en Cochabamba. Y en una tarde, mientras hacía casting para mi primer cortometraje que era ‘Novi@s’ me llamó mucho la atención el comentario de un actor, que me dijo: “Estoy dispuesto a hacer todo lo que me digas para que el cortometraje salga lo más real y creíble”. Entonces esa frase fue la idea inicial del cuento que presenté. Claro que el cuento ha mutado bastante, y la propuesta de que la actuación sea creíble, y digamos bien, por así decirlo, ya no es desde el punto de vista del actor, sino, del director. Este cuento tuvo muchos cambios. Y me gustó bastante editarlo cada vez, porque me hacía proponer nuevas cosas, y en la edición final, antes de mandarlo al concurso de Yerba Mala, utilicé algunos recursos del comic para que el cuento, quizá, tenga más gracia y el lector pueda imaginar cada acción.
¿Hay algún tema o estilo literario que sientas que te distingue y que exploraste especialmente en estos cuentos?
En realidad, no tengo ningún estilo literario. Lo que pretendo con mis cuentos, no es cambiar la sociedad, o criticarla. Y tampoco juzgo o cuestiono a los grandes escritores que si lo hacen de manera directo o indirectamente con grandes historias. No tengo un objetivo con cada cuento. Solo me interesa contar una buena historia, y espero que con estos dos cuentos haya logrado eso.
¿Tuviste un ritual a la hora de escribir estos cuentos?
El único ritual que tuve a la hora de escribir estos cuentos era leer y releer en voz alta. Y en muchas ocasiones estar sentado durante horas mirando la pantalla de la laptop para editar el cuento.
¿Cómo se relacionan estos cuentos con tus trabajos anteriores?
Estos son mis primeros cuentos publicados. Y desde mi punto de vista considero que entre ellas no hay ninguna conexión.
¿Qué haces cuando no escribes?
Cuando no escribo, estoy mirando mucho cine. Y cuando no miro cine, estoy leyendo. La lectura y el cine siempre están presentes en mis tiempos libres. Y algunas que otra ocasión salgo a la calle a caminar y pensar.
¿Cuál es tu relación con tus personajes? ¿Cómo los desarrollas y les das vida?
Una pregunta muy complicada de responder. Mis personajes creo que evolucionan de acuerdo a sus acciones dentro su propia historia, y de por sí, ellos van adquiriendo vida, y a la vez, conflictos, en las que deben resolver dichos obstáculos de acuerdo a los medios de su alrededor.
¿Hay algún autor o autora que haya tenido una influencia significativa en tu escritura?
Considero que las influencias significativas que tengo en mi escritura son puros autores nacionales, como Oscar Cerruto, Adolfo Cáceres Romero, Adolfo Cárdenas, Rodrigo Urquiola, Wilmer Urrelo, Daniel Averanga, Edmundo Paz Soldán, Claudio Ferrufino-Coqueugniot, Iván Gutiérrez, Liliana Colanzi y Patricia Requiz. Son autores que los leo y releo bastante. Claro, sin desmerecer a los muchos otros que hay, y sí, son excelentes.
¿Cómo concilias la escritura con otros aspectos de tu vida diaria?
Lo veo a la escritura como un trabajo, al menos en mi carrera profesional como comunicador social. Y gracias a la escritura es que me da de comer, y claro, aún no me considero un gran escritor como tal, pero es algo que debo seguir madurando día a día para lograrlo. Y algún día ser como los grandes escritores que han influido en mi vida y escritura.
¿Cómo ves al movimiento literario juvenil en Bolivia?
Desde mi punto de vista, a nivel Bolivia considero que hay jóvenes que le meten pilas a la literatura, sin embargo, por falta de apoyo es que pierden el interés. Y todos tendríamos que estar más pendientes a los jóvenes que están(mos) incursionando en este rubro de la literatura.
¿Por qué participaste en el concurso de Yerba Mala?
Desde que tengo memoria siempre me ha interesado la editorial Yerba Mala por sus diseños y libros que publican. Lo curiosos y chistoso es que anteriormente ambos escritos los hice participar en un concurso de cuentos de la Facultad de Humanidades de la UMSS, y esperaba que mis cuentos ganen o que saquen mención de honor. Pero no. No salió nada. Y en un tiempo después lanzaron la convocatoria de Yerba Mala, y lo pensé mil veces antes de mandar mis cuentos, ya que estaba compuesto por un jurado de otro mundo, de otro level. Hasta que un día dije: lo mandaré, clarito será, lo que venga. Cuando me enteré de los resultados, no lo podría creer. Me sentí muy afortunado. Y estoy muy agradecido con Yerba Mala y el gran jurado.